Por estas fechas, los nostálgicos del pasado afirman que con la digitalización de nuestras vidas ha muerto el romance. Que nadie envía cartas, que se acabaron las serenatas, que las flores son una rareza y que ya nadie tiene tiempo para demostrar el amor. Sin embargo, por fatalista que parezca ese panorama, la realidad es que el avance de las herramientas digitales ha modificado nuestras conductas, pero también nos da muchas facilidades y ventajas para poder seguir compartiendo nuestras emociones.
Es claro que si tenemos la opción de enviar un mensaje que será recibido en segundos preferimos esa forma de comunicación y no una carta que tardará meses en llegar a su destino y que puede perderse en el correo. A los cambios normales generados por la globalización y la digitalización siempre respondemos con transformaciones en las dinámicas de las relaciones sociales. Y a esa realidad se suma el impacto de la pandemia y la forma en que la virtualidad se convirtió en la única manera de socializar, conocer nuevas personas y -por qué no- encontrar el amor.
Nuestra media naranja puede estar en las redes sociales.
Al cierre de 2022, más de 4.600 millones de personas en el mundo utilizan redes sociales; de ellas, al menos cinco millones están en Honduras. Las redes no solo nos permiten conocer gente nueva sino mantener vivos los lazos que tienen más años. Quién no le debe gratitud a Facebook por recordarle el cumpleaños de un amigo de la infancia, o a LinkedIn por contarle el ascenso de un compañero de la universidad al que no vemos hace mucho.
Las posibilidades son infinitas y lo mismo sucede cuando hablamos del amor. La digitalización nos permite conocer personas con gustos e intereses afines, incluso si están en rincones opuestos en el mundo y cada vez es más frecuente encontrar el caso de una amiga o amigo, conocido o familiar que conoció a su pareja en el mundo digital y lo sigue usando para mantener y afianzar la relación.
Al final del día, si el propósito de las redes es conectar, qué mejor ejemplo que las relaciones a distancia. El rol de la digitalización en estas formas de romance es tan relevante que incluso ya existen en el mercado aplicaciones móviles que dinamizan las relaciones con adaptaciones virtuales de la cotidianidad física.
Nuevas expresiones de romanticismo
En San Valentín las calles y los comercios se llenan de corazones y decoraciones que les recuerdan a los enamorados la importancia de los detalles y este espíritu de celebración del amor también trasciende al plano digital. Playlists de música romántica o dedicatorias virtuales de canciones, plantillas y tendencias, emojis y stickers llenos de corazones y flores son solo algunas de las expresiones de cariño de la actualidad. Si exploramos un poco más, podemos encontrar posibles usos de la inteligencia artificial y el arte virtual, por mencionar solo un par de ejemplos, para confirmar que en los tiempos de digitalización también se celebra el amor.
Y si se trata de detalles físicos, los comercios virtuales están a la orden del día. Ya sean grandes plataformas online o pequeños emprendimientos, la oferta va desde flores y chocolates hasta regalos personalizados que se envían y entregan sin la necesidad de la presencia física en la misma ciudad o el mismo país. Una prueba más de que el romance no ha muerto; solo se ha transformado.
Desde un delivery que permite improvisar una cena romántica, pasando por una plataforma que hace posible una noche de cine para una pareja a distancia, hasta una aplicación que sirve para organizar y repartir los gastos del hogar o para planear una luna de miel, los ejemplos y usos de la digitalización en el mundo del amor son infinitos. En un mundo de constante cambio, incluso el amor evoluciona.